lunes, 5 de diciembre de 2016

Indumentaria















Para la práctica del kempo uno debe vestir de forma adecuada y con prendas limpias. Ponerse adornos o complementos es inadecuado. La limpieza y la pulcritud de la ropa de entrenamiento beneficiarán al que las viste, pero también a los que le rodean. Cualquier cosa que estropee el ambiente del lugar de práctica o que dificulte el entrenamiento es inapropiada. No hace falta decir que el pelo largo y enredado, las uñas largas y la bisutería no son adecuados, pues son una estorbo para el entrenamiento, e incluso pueden causar daños. La ropa de entrenamiento deben vestirse de acuerdo con las normas, y además debe doblarse y tratarse con esmero.


[...]Antiguamente, los Samurais cada mañana se afeitaban la cabeza y perfumaban el moño. Luego se cortaban las uñas de las manos y de los pies, las limaban con piedra pómez y las pulían con hierba Kogane. No mostraban jamás señal alguna de pereza en este asunto y se cuidaban con atención. Después el Samurai verificaba su sable largo y su sable corto para comprobar que el óxido no los deterioraba; les quitaba el polvo y los limpiaba para cuidar su brillo.

Esta actitud se debía a que uno puede ser llamado en cualquier momento a librar una dura batalla; si se muere habiendo descuidado su pulcritud, se da muestra de una relajación general de las buenas costumbres y uno se expone al desprecio y al descuido del  adversario. Esta es la razón por la cual los viejos y jóvenes Samurais han aportado siempre un gran cuidado en su presentación. Un escrúpulo tal puede parecer una pérdida de tiempo y una ocupación muy fútil, pero forma parte de la vida del Samurai. En realidad, ello precisa menos esfuerzo y tiempo de lo que parece. Si quiere estar dispuesto a morir, un Samurai debe considerarse ya muerto; si es diligente en su servicio y se perfecciona en las artes militares, no se cubrirá jamás de vergüenza. Pero si se dedica a hacer egoístamente lo que le plazca, en caso de crisis de deshonrará.

Incluso, no será jamás consciente de su deshonra. Si nada le importa, excepto el hecho de no estar en peligro y de sentirse feliz, se descuidará de una manera completamente lamentable.[...]

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